Imagen: New Zealand Education – 2021
La virtualidad, sin duda, se ha convertido en una aliada para la
educación, probando que es una herramienta útil, confiable, eficaz y segura, en
una época donde el retorno a las aulas presenciales se ve en el largo plazo.
Desde los grados de preescolar hasta las instituciones de educación
superior se han ido adaptando e invirtiendo en modelos pedagógicos virtuales
que forjarán una nueva visión de la educación, de calidad e inclusiva hacia
2030. Así lo proyecta la UNESCO, si las naciones invierten como mínimo un 15% o
20% del gasto público.
En algunos países y universidades, ya se está viendo este tipo de
inversión y transformación. En Colombia, por ejemplo, 160 de las 299
instituciones de educación superior ya estaban realizando planes de alternancia
finalizando el 2020, indicó el Ministerio de Educación. Esta modalidad se
contempla, por lo menos, para el primer semestre de 2021 y se han destinado
recursos por 4 mil millones de pesos para adecuar las aulas, las instituciones
y a los alumnos.
Por otra parte, Nueva Zelanda, país que ha tenido un aumento del 35% en
el número de estudiantes colombianos en
los últimos cinco años, ha impulsado cursos para que los alumnos
internacionales que se habían matriculado en postgrados presenciales, pudieran
investigar, diseñar, trabajar y desarrollar sus ideas de manera virtual.
Dentro de la comitiva de los participantes, se encuentran estudiantes
de: University of Canterbury, Lincoln University, Ara Institute of Canterbury,
the University of Otago or Otago Polytechnic. De la mano de Emerging Futures*,
las instituciones, llevaron a cabo un programa de competencia entre jóvenes de
diferentes lugares del mundo para lanzar un nuevo producto de tecnología de la
salud.
Al final del curso, debían presentar en línea a sus compañeros y
entrenadores. Los cinco mejores pasaban a una fase final, donde los jueces
determinarían quién recibía un premio de mil dólares neozelandeses.
La iniciativa se ha desarrollado para ofrecer una oportunidad de
participación y aprendizaje a los estudiantes internacionales que se han
inscrito en instituciones en la Isla Sur pero no han podido comenzar sus
estudios en Nueva Zelanda debido al COVID-19.
Además de desarrollar su creatividad y pensamiento emprendedor, los
estudiantes tuvieron la oportunidad de trabajar en sus habilidades blandas, una
combinación de competencias de inteligencia social y emocional muy buscadas en
la fuerza laboral moderna.
La tecnología de la salud y las comunidades resilientes son
algunos de los supernodos de la región
de Canterbury, una industria con un alto potencial de crecimiento global en la
cual esta región tiene fortalezas y ventajas particulares.
"Si bien la tecnología de la salud es un tema apropiado para el
desafío en este entorno actual, también estamos entusiasmados de mostrar las
oportunidades únicas de Canterbury a estudiantes y graduados", dice Karen
Haigh, especialista en talentos de ChristchurchNZ.
Además de desarrollar su creatividad y pensamiento emprendedor, los
estudiantes tendrán la oportunidad de trabajar en sus habilidades blandas, una
combinación de competencias de inteligencia social y emocional muy buscadas en
la fuerza laboral moderna.
“Sabemos que nuestras instituciones de Nueva Zelanda se enorgullecen de
ofrecer a los estudiantes internacionales no solo una educación de clase
mundial, sino también una experiencia cálida y acogedora”, dice Andy Walker,
gerente de desarrollo de ENZ.
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