Imagen: Experis / Manpower - 2021
Si bien las oportunidades del acceso remoto han significado mayor colaboración
corporativa, disminución en tiempos y costos, toma de decisiones ágiles, entre
otros beneficios, también ha puesto sobre la mesa de trabajo numerosas
vulnerabilidades, puesto que los colaboradores, abocados a trabajar desde sus
casas, hacen uso de conexiones públicas, lo que los convierte en un blanco
fácil de ataque.
Y es que en la medida en que avanza la transformación digital, también
aumentan los ciberataques con sofisticadas operaciones bajo esquemas
maliciosos. Según estudios del sector aseguran que los daños por delitos
cibernéticos pueden llegar a alcanzar US$6 billones este 2021, cifra que
superaría el PIB de la tercera economía más grande del mundo.
“Los dispositivos que se conectan a las redes cuentan con funciones de
seguridad débiles, por eso ya no solo las empresas se están viendo afectadas,
también las personas. La divulgación no autorizada de la información puede
dañar la reputación, generar gastos y tener afecciones muy importantes, en
general. Ya no se trata únicamente de las compañías, se trata de un tema
personal y familiar, sobre el cómo protejo mi entorno de la red”, aseguró
Ricardo Morales, Managing Director Experis de ManpowerGroup.
Los ciberdelincuentes aprovechan entonces falencias en los sistemas
informáticos para sacar provecho de los dispositivos que no se encuentran
blindados, como por ejemplo los que funcionan con Internet de las cosas o IoT,
de esta forma operan bajo ataques de ingeniería social o phishing, suplantan
entidades, envían mensajes de texto, correos electrónicos con archivos
adjuntos, enlaces y, muchas veces, con información de valor robada y altas
sumas de dinero para su recompensa.
Implementar los aspectos que sugiere la ciberseguridad en las
operaciones no solo es una postura de defensa, se trata también de una forma de
mitigar el impacto de los riesgos. “Un programa de resiliencia que debe
convertirse en un hábito, es decir, se deben llevar a cabo buenas prácticas
para proteger los datos cada que se realizan operaciones en la red”, añade Morales.
Pero, ¿cuáles son los aspectos que se deben tener en cuenta para
trabajar a salvo en la nueva cotidianidad?
Los nuevos espacios de trabajo obligan a que las vulnerabilidades que
hay en el entorno tecnológico del hogar sean evaluadas y tenidas en cuenta,
esto con el fin de contrarrestarlas implementando, por ejemplo, contraseñas
seguras de combinación alfanumérica y actualizaciones frecuentes en los
sistemas de operación, los software y hardware, para evitar los huecos en la
seguridad.
También, es fundamental que desde las empresas los mecanismos de
higiene cibernética sean divulgados de forma correcta, y sea entonces un hábito
que los colaboradores, por ejemplo, revisen sus dispositivos antes de realizar
sus actividades: cambiando sus contraseñas si estas son predeterminadas,
actualizando los antivirus y los programas requeridos. Es decir, “garantizar
desde el punto central la protección de los trabajadores, implementando
políticas de privilegios mínimos a los usuarios, porque es un tema tan riesgoso
que no se puede minimizar, de allí la importancia de tercerizar estos procesos
y saber cómo y con quién hacerlo”, expresa Morales.
Determinar los niveles de acceso a los datos confidenciales de la
organización le garantizará a la empresa mayor seguridad de sus activos de
información de valor; de allí la importancia de establecer qué colaboradores
requieren acceso a la red empresarial interna y qué otros necesitan únicamente
acceso a los servicios de la nube.
El control del uso de los dispositivos externos es también clave para
la protección de datos mientras se trabaja de forma remota, por esto, lo más
certero resulta ser utilizar una VPN para conectar a los trabajadores a la red
interna; pero también implementar la autenticación multifactor para garantizar
el acceso seguro.
Establecer medidas adecuadas en la operación rutinaria evitará el
fuerte impacto de los incidentes cibernéticos que puedan interrumpir gravemente
las operaciones, dañar reputaciones, quebrar marcas, y acarrear sobrecostos. Al
respecto, Morales reitera “se debe tener conciencia del entorno actual porque
en este momento cualquier persona puede ser blanco de ataque, incluso los
niños. Por eso se debe reforzar, organizar, definir y establecer un sistema de
servicio remoto seguro y con los profesionales adecuados”.
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