Imagen: Universidad Pontificia Bolivariana – 2020
La IV Bienal Colombiana de Estudiantes de Arquitectura, realizada del
18 al 28 de noviembre, eligió al arquitecto bolivariano Juan Pablo Zuleta como
ganador de la categoría Proyecto arquitectónico por su propuesta
Infraestructuras del agua, un centro de investigación del agua que, de acuerdo
con el lote donde se implanta, recupera los recursos hídricos y el terreno
intervenido, además de educar a la ciudadanía sobre los procesos que allí se
dan.
La Bienal Colombiana de Estudiantes de Arquitectura fue creada por la
Sociedad Colombiana de Arquitectos con el objetivo de destacar los mejores
proyectos de estudiantes de diferentes facultades de Arquitectura del país,
fomentando así el ejercicio profesional. Las categorías propuestas para el 2020
fueron Los arquitectos como agentes de cambio, Proyecto Arquitectónico,
Investigación, Teoría y Crítica, y Diseño Urbano, Rural y Planificación del
Territorio.
De acuerdo con la Sociedad Colombiana de Arquitectos, los premios en
cada categoría se eligieron bajo el criterio de máxima calidad y excelencia,
sin que mediara para la selección aspectos como la escala, el costo o el uso.
Juan Pablo Zuleta, egresado de la Facultad de Arquitectura en 2019, se
presentó con su proyecto Infraestructuras del agua, un edificio de
bioingeniería que fue planteado, en Taller 10 de la Facultad de Arquitectura
con el profesor Walter Villa y la coordinación de Carlos David González,
teniendo presente aspectos como la sostenibilidad, la estructura, lo teórico y
el tema urbano, además de incluir un rastreo histórico de la importancia de la
ciencia para mejorar la vida, los laboratorios como espacios de investigación y
experimentación que se convierten en lugares de esperanza y la recomposición de
la relación con el territorio.
Para este proyecto se designó un lote en El Chagualo, muy cerca de la
Universidad de Antioquia y la Plaza Minorista, un sitio que antes era una zona
de humedales, pastos y lagunas que, debido a ciertas nociones de progreso de la
ciudad, fueron pavimentados y su estado natural fue alterado. Incluso, al
revisar los planos hídricos, descubrieron que debajo del área que
intervendrían, hay una quebrada canalizada y tapada.
A partir de este conocimiento de la historia del sector, Juan Pablo
pensó cómo un edificio podía mejorar el espacio utilizando la ciencia al
servicio del territorio y la arquitectura como una infraestructura que se
emplaza y actúa de acuerdo con las condiciones, necesidades y el contexto, y
propone actividades articuladoras entre la investigación, la conciencia
ambiental y la apropiación de la comunidad que, al visitarla, puede disfrutar y
aprender didácticamente sobre los procesos que realizan los científicos.
Estas estrategias para el buen manejo de los recursos hídricos desde la
arquitectura se lograron con un proyecto de 3 escalas: el primero piso
filtrante para reconvertir los suelos duros a pastos y lagunas y plantear
sistemas de depuración - tratamiento de agua; los filtros de agua como
mediadores entre la ciencia y el territorio, que funcionan como elementos
estructurantes, y el edificio elevado donde se realizan las investigaciones,
lugar que los ciudadanos pueden visitar para ver el trabajo de los científicos.
Estos filtros de agua, compuestos por vegetación, piedras, arena
gruesa, arena fina y carbono activado, se unen a la recomposición de los suelos
y cuentan con ventajas como la alta eliminación de patógenos, eliminación de
turbidez, color, olor y trazas de hierro, pueden fabricarse con materiales
disponibles en la zona, son fáciles de construir, operar y mantener, y el
proceso de filtración es llevado a cabo por gravedad, por lo tanto, no requiere
energía para su funcionamiento.
Estas piezas filtrantes se unen a una estrategia de recomposición de
los suelos que estaban llenos de cemento y se pueden volver a convertir en
superficies filtrantes, sumadas a la propuesta de destapar la Quebrada El
Chagualo —la cual también se integra al proceso al disponer un tubo que llegue
hasta ella, tome muestras para ser analizadas y se purifique el recurso hídrico
para ser devuelto en un mejor estado— e implementar una serie de lagunas y
humedales que pueden producir agua limpia, para que estas ayuden a tener
cuencas destapadas y la ciudadanía pueda ver y relacionarse con esta.
Asimismo, los jardines de agua funcionan a modo de tanque donde la
lluvia llega, las especies húmedas ayudan a limpiarla, esta pasa por los
filtros y es purificada para ser distribuida, en parte por el edificio, a
través de un sistema de tuberías, y otro porcentaje va a la Quebrada El
Chagualo. Teniendo la capacidad de filtrar anualmente 3,1 piscinas olímpicas.
Adicionalmente, en el interior del edificio se proponen laboratorios
cerrados y otros abiertos, con vidrios y fachadas filtrantes para crear una
cámara de aire en estos, los cuales pueden ser vistos desde afuera por los
visitantes al recorrer las instalaciones. Además, estos tendrían la oportunidad
de subir a la cumbre de la edificación, viendo cada capa de los filtros, donde
se obtiene el agua lluvia.
Lo anterior, se suma al mobiliario urbano que incluye pabellones y
culatas que, además de brindarle un espacio cómodo a la comunidad, funcionan
como versiones pequeñas de los filtros, y al manual de replicación de estas
piezas filtrantes que se propone entregarles a los visitantes para que las
realicen en sus casas. Estos elementos y experiencias se convierten en
estrategias de educación sobre el reciclaje y aprovechamiento del recurso
hídrico.
Juan Pablo, gracias a Infraestructuras del agua, además de ser ganador
de Proyecto arquitectónico en la IV Bienal Colombiana de Estudiantes de
Arquitectura, lo que le otorga la posibilidad de hacer una pasantía de 4 meses
en organizaciones nacionales e internacionales aliadas de la Sociedad
Colombiana de Arquitectos; el año pasado viajó a Alemania por una convocatoria
que realizó el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país para estar allí
durante una semana, con todo pago, en capacitaciones.
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