¿Qué hay detrás de HENRY (High Earners Not Rich Yet), por sus siglas en
inglés, reconocida como la startup que creó la academia de programación y
cursos tecnológicos 100% online más grande de Latinoamérica y que está
generando tendencia en Colombia?
Se trata de un novedoso emprendimiento que nació en marzo en Buenos
Aires (Argentina) con el objetivo de ofrecer la mejor capacitación en la región
en desarrollo Web, con costo cero, respondiendo a los temas que más están
demandando las empresas; y de brindar a miles de jóvenes del sur del continente
la oportunidad de acceder a la educación superior de calidad, en un momento
donde la pandemia ha causado que se multipliquen los niveles de pobreza extrema
y se incremente el desempleo, evidenciando además la mano de obra que hoy
escasea para resolver los nuevos retos del postcovid, en términos de
conocimientos, competencias y habilidades.
Según la Unesco, hoy solo el 14% de la población en Latinoamérica tiene
acceso a la educación superior; de hecho, el nuevo coronavirus, provocó un
aumento en el desempleo que, de acuerdo a la Organización Mundial del Trabajo
(OIT), se incrementó entre 4 y 5 puntos porcentuales, con un récord histórico
de 41 millones de desocupados, pasando de 8,1% antes de la pandemia a 12,3% en
el segundo semestre del año.
Así mismo, la OIT proyecta que hoy el sur del continente cuenta con más
de un millón de puestos de trabajo para desarrolladores de software; sin
embargo, hay menos de 100 mil profesionales con la capacidad suficiente para
ocuparlos, a raíz de la falta de conocimientos y habilidades en este tipo de
competencias.
Precisamente, para responder a estas necesidades actuales un grupo de
emprendedores crearon a Henry, un emprendimiento que ofrece cursos virtuales de
programación a estudiantes en toda la región a cambio de un menor porcentaje de
sus futuros salarios una vez se gradúen. Esta modalidad de financiación se le
conoce como “Acuerdo de Ingresos Compartidos” (AIC), en los que una vez la
persona completa el curso, Henry le ayuda a comenzar una carrera en tecnología.
Según Martín Borchardt, CEO y fundador de la startup, el programa no
tiene costo inicial y los alumnos empiezan a pagar una vez que consiguen
trabajo. El repago consiste en 24 cuotas que equivalen al 15% del salario del
graduado o hasta llegar a US$4.000, lo que suceda primero. “Esto lo que logra
es alinear los incentivos entre el alumno y la academia, de modo de ir contra
la tendencia de capacitar profesionales que luego no tienen posibilidades de
inserción en el mercado. Si el alumno no consigue trabajo, Henry no gana”,
señala.
De acuerdo a Borchardt, el emprendimiento se fundó para desafiar el
status quo de la educación en Latinoamérica, dando acceso a la mejor educación
de calidad en tecnología a cualquier interesado, sin importar si cuenta o no
con recursos, el lugar donde viva, su género y si tiene estudios profesionales
previos, dijo.
Los requisitos para aplicar al programa son ser mayor de 18 años, ser
bachiller, contar con conexión a wifi a internet y tener una computadora. Para
destacar, el 50% de las personas que ingresaron hasta el momento no tenían
ningún conocimiento previo de programación. Sin embargo, solo el 3% de los más
de 5.000 postulantes registrados cada mes logra entrar. Para eso, deben
realizar un curso de 30 horas preparatorio para un examen de ingreso, a partir
del cual se define quiénes entran.
Luego, el curso dura alrededor de cuatro meses con clases en vivo de 9
a 18 y exámenes periódicos. “Es muy intenso y los estudiantes tienen que hacer
mucho esfuerzo, porque se ven todas las materias de una carrera de grado de
ingeniería informática pero comprimidas y haciendo foco en la práctica desde el
día uno, que es lo que valora la industria”, explica Borchardt.
Actualmente la academia ofrece un programa de “full stack developer” de
cuatro meses, que cuenta con herramientas de programación como Javascript, CSS,
Node JS, React junto con otras tecnologías que completan el desarrollo
profesional del front y back-end. También, les da a los estudiantes la oportunidad
de resolver problemas de programación de empresas reales. Si bien el curso es
100% online, las clases se transmiten en vivo.
Esta startup, en los próximos cinco años, proyecta formar a 100 mil
programadores en todo el continente, para lo cual ha recaudado, hasta el
momento, más de US$1.5 millones que ha invertido en los mejores talentos de
Latinoamérica. Un dato a resaltar fue el costo de la inversión inicial que hizo
Borchardt para poner a andar esta idea de negocio, la cual fue menor a US$50
mil, pero hoy ya genera ingresos superiores al medio millón de dólares.
Principales cifras del emprendimiento
Desde su lanzamiento hace ocho meses, Henry ha contado con la
participación de más de 800 estudiantes activos, para destacar Colombia es el
segundo país con el mayor número de inscritos. Su modalidad de enseñanza
virtual le ha permitido expandirse rápidamente y sumar alumnos y graduados de
varios países de la región, entre ellos Colombia, Argentina, Chile, Ecuador y
Uruguay.
De hecho, hoy sus egresados, según Borchardt, ganan en promedio tres
veces más que en sus empleos anteriores. Para destacar, algunos han conseguido
empleo en empresas de tecnología líderes en la región y de Estados Unidos. En
el caso local, sobresale Rappi, Chiper y demás startups nacionales que hacen
parte de Silicon Valley.
“Entre los casos puntuales que ya han sido noticia en el continente, sobresale
la historia de Andrés, estudiante argentino, que trabajaba como repartidor en
Rappi y que luego de cursar el programa fue recientemente contratado en una
startup fundada por dos ex Tesla en México; Lucca, también argentino, diseñador
gráfico independiente al que la pandemia le redujo sustancialmente la cartera
de clientes, pero que logró redireccionar su carrera profesional y actualmente
trabaja de forma remota para Silicon Valley y recibe ingresos en dólares seis
veces superiores a los que percibía antes de ingresar al programa; o Alex,
estudiante colombiano de séptimo semestre de producción de música, que con la
llegada de la Covid–19 al país perdió sus ingresos y tuvo que suspender sus
estudios; sin embargo aprendió de programación y hoy trabaja en Chiper, startup
digitaliza las tiendas de barrio”, destacó Borchardt.
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