Imagen: Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC) – 2020
La sensación de libertad, sentir la fuerza en cada figura que hace con
su cuerpo adherido al tubo y reivindicar la sensualidad, han sido las
motivaciones de Andrea Herrera, originaria de Zaragoza, Antioquia, para dar el
salto entre practicar por ocio una disciplina artístico-deportiva a ser la
actual campeona nacional de Pole Sport Colombia y subcampeona mundial.
Una retinosis pigmentosa, enfermedad degenerativa de la retina, le
quitó progresivamente su visión hasta que a los 24 años quedó completamente
ciega. Tras un periodo, como lo llama ella misma, de encontrarse a sí misma y
aceptar su condición con el apoyo de su familia, se rehabilitó durante poco más
de dos meses en la sede de Medellín del Centro de Rehabilitación para Adultos
Ciegos (CRAC) y, gracias a la rehabilitación integral que le brindaron allí,
tuvo siempre claro que su discapacidad no era sinónimo de incapacidad y que lograría
cumplir su proyecto de vida, como cualquier persona.
Luego de terminar sus estudios de idiomas en Colombia se fue a vivir
temporalmente a Canadá, gracias a una beca que consiguió por sus méritos
académicos. “Lo que viví en Canadá fue realmente transformador para mí porque,
por ejemplo, fui consciente de la importancia del bastón blanco para tener mi
independencia no sólo en la movilidad sino en cualquier cosa que hiciera, mi
autonomía en todo. Tras su regreso al país, nunca más volvió a sentir vergüenza
de usar el bastón y da cuenta del poder simbólico que tiene esta herramienta”.
Poco a poco, su pasión por el pole dance la llevó de ganar el
Campeonato de Open Pool de Medellín, en el marco de l feria Expo Fitness, en
febrero de 2018, a hacerse con el primer lugar del Campeonato Nacional de
PoleSport en abril de 2019 y, posteriormente, ser la subcampeona mundial del
mismo certamen, títulos que todavía ostenta.
“Estoy en completo desacuerdo con el imaginario de que las personas en
condición de discapacidad y, especialmente las mujeres, simplemente ya no
pueden ser sensuales, como si se desdibujara, en mi caso, mi feminidad y el
pole dance me ha ayudado no sólo a sentirme libre, sensual y absolutamente capaz
de hacer lo que me proponga hacer, sino que también ha sido una forma de
empoderamiento que he podido compartir con otras personas que también tienen
alguna discapacidad”, afirmó Herrera.
Hoy con 34 años, Andrea está motivada a seguir destacándose en esta
disciplina profesionalmente e impulsar a otras personas a hacerlo también y,
por esta razón, creó, junto con 4 coequiperas, ‘Pole a ciegas’ para que mujeres
de todo el país, tanto personas con discapacidad como aquellas que son víctimas
de violencia, se empoderen a través del arte. Asimismo, participar activamente
en iniciativas como la celebración del Mes de Ser Capaz, impulsada por la
Alcaldía de Medellín en noviembre de 2020, y donde muestra sus capacidades y
desempeño en el pole dance, representando a las personas con discapacidad.
Para Andrea la rehabilitación integral es determinante para
sobreponerse a los miedos e inseguridades luego de desarrollar una
discapacidad, así como para tener la convicción y herramientas para realizar el
proyecto vida, por lo que invita a las personas a no encerrarse en sus mentes y
buscar la ayuda necesaria para salir adelante.
En esa medida, el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC),
fundación privada, sin ánimo de lucro, con más de medio siglo de trayectoria y
reconocimiento a nivel nacional e internacional y habilitada como Institución
Prestadora de Servicios de Salud (IPS) por la Secretaría Distrital de Salud de
Bogotá, ha implementado la estrategia ’Nadie Sin Rehabilitar’ para acercar sus
procesos de rehabilitación funcional a los colombianos con ceguera que se
encuentran fuera de Bogotá, en muchos casos, en caseríos lejos de la cabecera
municipal.
“El caso de Andrea Herrera es, sin duda alguna, inspirador y admirable.
No es fácil aceptar una discapacidad y más considerando el desconocimiento e
imaginarios negativos que hay en la sociedad pero con la ayuda profesional
idónea, el involucramiento de lleno y comprometido del paciente, su familia y
los profesionales de la salud se brindan las herramientas para que las personas
recobren su autonomía, independencia y estén empoderados de cara a cumplir sus
metas”, asegura John Jairo Erazo, Coordinador de Regionales del CRAC.
“Para cumplir este propósito, es fundamental garantizarles a los
usuarios una rehabilitación que supla sus necesidades reales y que permita a su
vez proyectar su participación en diferentes rutas de inclusión social a través
de la autogestión. Para lograr esto aplicamos un modelo, reconocido y
respaldado por la Unión Latinoamericana de Ciegos (ULAC), abordamos 5
componentes: Psicoeducativo, físico, desarrollo sensoperceptivo, comunicación e
independencia personal bajo una estrategia tríada, donde se articula y generar
sinergia el usuario su familia y la institución rehabilitadora (CRAC) para
alcanzar los objetivos en el plan de trabajo”, concluye Erazo.
Desde 2007, ‘Nadie sin Rehabilitar’ ha permitido tras la articulación
con importantes entidades públicas y privadas, asociaciones de personas con
discapacidad visual, entidades de salud, educación, gobierno, cajas de
compensación entre otros que personas con discapacidad visual en 45 ciudades y
municipios de todo el país hayan accedido a los servicios especializados del
CRAC. Actualmente, la institución tiene presencia en las siguientes regiones:
Atlántico (Barranquilla, Baranoa y Soledad)
Santander (Bucaramanga, Florida Blanca y Girón)
Cauca (Popayán, Caldono, Totoró y Santander de Quilichao)
Meta (Villavicencio y Granada)
Cesar (Valledupar, Manaure y San Diego)
Antioquia (Medellín, Envigado e Itagüí)
Valle del Cauca (Cali, Palmira y Yumbo)
Norte de Santander (Cúcuta, Pamplona y Los Patios))
Caldas (Dorada, la Victoria, Puerto Salgar)
Córdoba (Lorica, Sahagún y Montería)
Magdalena (Santa Marta y Ciénaga)
Nariño (Pasto, Ipiales y San Lorenzo)
Además, de desarrollar acciones de rehabilitación con personas ciegas
mayores de 14 años, se apoya desde el modelo de rehabilitación a los niños con
ceguera en áreas tiflológicas y se orienta a los docentes del aula regular al
igual que a la comunidad educativa para generar un ambiente propicio para la
inclusión.
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